Miguel Pomares

Miguel o Miky como le llaman sus amigos y allegados, desciende de una familia asturiana de las cuencas mineras, de familia humilde y tradicional, le precede toda una generación de migueles, su abuelo, su padre y ahora él, su familia, la gran mayoría mineros o agricultores, se vieron obligados a buscarse un  futuro mejor en Oviedo, donde nació hace ya 42 años, desde pequeño viendo a su familia como se dedicaban a trabajar la tierra, cuidando del huerto, pues eran en mayor medida de lo que se alimentaban, fue de donde le vino su interés por la naturaleza, estudió una carrera y se dedicó a trabajar como jardinero, no solo para poner, cuidar y mantener las plantas y jardines, sino también para diseñar un jardín o un espacio con parque, pues era muy inquieto y llegó a tener buenos contactos en el ayuntamiento que le pedían trabajos y gente con dinero que le pedían favores y consejos respecto a cuanto jardines y plantas se tratase, es cierto que era muy sacrificado y laborioso, pero eso le gratificaba, incluso en su casa tenía un jardincito delante y un pequeño huerto detrás, esta casado y tiene dos estupendas hijitas a las que adora y mima, las va enseñando lo que sabe y las inculca bien en cuanto a la defensa de la naturaleza y a reciclar, en los ratos libres van de acampada o si hace calor por verano suelen ir a la playa, como persona que podemos decir, es extrovertido, hablador, divertido casi siempre esta de broma o con la sonrisa puesta, le gusta mucho leer, y le apasiona la música, cualquier cosa le entusiasma excepto el chunta chunta eso que unos llaman bacalao y el denomina ruido machaca oídos, que el bacalao mejor al pil pil.

Miguel, es alto, fuerte, aunque no demasiado, quizá ahora le salga algún Michelin que otro, el pelo, castaño, empezando a perder pelo, con alguna entrada.

En cuento a religión se refiere, el es mas bien agnóstico pero por su familia va de vez en cuando a misa los domingos por la mañana, de política no suele sacar el tema pero confiesa ser de izquierdas, aunque últimamente esta algo desencantado.

Su vestimenta suele ser siempre la misma, no se complica mucho, sino es con el mono de trabajo, viste de  ocasional o de sport, en casa suele llevar chándal y sólo se pone un traje si la ocasión lo requiere.

Enamorado

Enamorado de tu belleza,

enamorado de tu hermosura,

enamorado de tus curvas.

Entras por la vista,

disfruto contigo,

todo tu,

sabor, olor, pureza.

Admiro cada rincón,

sin resistir me caigo y…

Me rindo a tus pies.

Los picos de Europa

Ríos de agua y sidra.

Playas y calas del mar cantábrico.

Me ofreces:

Tranquilidad, paz, sosiego,

historia, tradición y diversión.

 Los lagos con lágrimas de

nuestra Santina, Covadonga.

 Desde Cangas a las Cuencas.

El orvallo me cala.

Melodías tristes suenan,

por las altas montañas,

las gaitas hacen eco,

mi corazón se encoge.

Varios compañeros mineros,

han fallecido intentando,

extraer el negro carbón.

Todo esto tienes tú

Mi tierra

Mi Asturias

Enamorado de ti.

Viaje a Londres

Era semana santa, no me acuerdo de que año, salimos de Asturias a Cantabria porque vuelo directo a Londres no había, era jueves, por la mañana temprano, fuimos en coche de Oviedo al aeropuerto de Santander, llegamos, mochila al hombro y una maleta de mano de esas con ruedas que estaban muy de moda y listos.

En el aeropuerto nos repartimos los billetes que habíamos impreso previamente el día anterior, hicimos cola para embarcar, con el pasaporte en mano, pues una nueva aventura nos estaba esperando.

Una vez en el avión nos sentamos en los asientos que nos correspondían, siempre haciendo bromas entre nosotros, un humor muy peculiar y así reírnos un rato, estábamos muy ilusionados y animados.

El viaje, la verdad no sé cuánto tiempo tardó pero se hizo muy corto, además nos atendieron generosa y eficientemente, con cacahuetes y Coca-Cola, no sé si alguno tomó algo más, fue muy entretenido.

Al llegar, fuimos directos al baño a cambiar el agua al canario, si es verdad que picha española nunca mea sola, ahí estamos todos ocupando los urinarios, nos limpiamos las manos con su secado y nos pusimos en ruta otra vez, había que ponerse de acuerdo si ir en tren o en bus y al final decidimos que en autobús, buscamos cuál era el que nos llevaría lo más cercano a nuestro “pan y desayuno”.

Pero si algo tiene que ir mal ira fatal, parece que está escrito que no todo tiene que salir perfecto, resulta que yo tenía dinero ingles del año catapum y que para el año en el que estábamos ya no servía, pues me lo había dado mi madre pues lo tenía de recuerdo y por si las moscas, pero no contaban que al menos los ingleses cambian la imagen de su moneda y por lo tanto parte por no decir mucho de ese mismo dinero que yo llevaba no servía, estaba fuera del mercado, no tenía valor, así que me las agencié a pagar como pude casi todos los gastos, menos mal que me ayudaron mis amigos, eso y algún “truco” como dar el billete por la parte que si era igual o muy parecido.

Prosiguiendo con el viaje, una vez en el bus nos acomodamos, cada cual en sitios diferentes, a mí me tocó al lado de una chica, resultó que no era inglesa, que era española, de Pamplona y nos pusimos a hablar, que ella lo había dejado con el novio y venía a una boda de unos indios ingleses, pues había hecho muy buena amistad con la novia que se casaba esa semana, al parecer cuando terminó de estudiar fue a Londres a trabajar donde la conoció, yo por mi parte la comenté que veníamos de Asturias, de Oviedo a pasar el fin de semana aprovechando que era festivo.

La verdad he de reconocer que la chica era muy guapa, rubia, sonriente y muy simpática, en lo que hablaba con ella estaba pensando en decirla de ser su compañero en la boda, pero me parecía muy precipitado y supongo que no procedía, me acuerdo que mis amigos querían que la presentara supongo que al igual que yo para ligar con ella y de confesar que yo también quería, partiendo con la ventaja de que estaba sentado a su lado, también pensaba en que tenía el móvil con poca batería y lo tenía apagado, por lo que estaba dudando en si encenderlo para pedir su número o cómo demonios conseguirlo y por lo que fuera, bueno si, la cobardía e indecisión me hizo quedar con las ganas de seguir en contacto, quién sabe lo que hubiera pasado, aun hoy me lo pregunto.

Pasado oculto. Capítulo 2: Los recuerdos

Ya hacía tiempo de la última emboscada, los días van pasando, nunca sabes la hora, la noción del tiempo se pierde a cada momento, solo distingues el día y la noche por la luz, la claridad y la oscuridad, estamos escondidos en una cueva, cerca de las minas, abandonadas ya por la guerra, nadie trabaja en ellas a sacar carbón, me acuerdo de cuando trabajaba picando la recia pared, junto a mi amigo Miguel, mi amigo de la infancia, el pobre quedó impedido por un accidente que ocasionó un derrumbe, ahí murieron varios compañeros aquella tarde, por eso no está en la lucha activa como nosotros, pero el bueno de él se la juega como el que más. Cuando puede con gran disimulo y cautela, para que no le pillen nos trae algunas raciones de comida, pan y vino, gracias a él  y a algunos de nuestros familiares vamos tirando, cuando no, salimos a cazar o ponemos alguna trampa, a ver si cae alguna liebre o jabalí, no siempre tenemos que echarnos algo a la boca, pasamos por ciertas hambrunas, tiritando de frío con el único calor que el de una tímida fogata, cuando no estamos charlando o recostados intentando dar alguna cabezada para descansar, intentamos amenizar el rato charlando, jugando a las cartas o fumando un pitillo, los recuerdos son los que nos mantiene con vida en este mundo infernal sino hemos muerto ya y estamos en él.

Me acuerdo cuando conocí a María, era por el verano en las fiestas del pueblo, ella morena, algo delgada, el cuerpo mas o menos bien formado, llevaba en cada mano un cántaro de leche, yo pasaba cerca, era sábado, me acuerdo, porque me tocaba llevar el rebaño de las ovejas de padre a pastar por el monte, y me ofrecí con la buena intención de ayudarla, cruzamos nuestras miradas, y la dije que esa noche me reservara un baile u dos, ella con una sonrisa me dijo que me preocupara de las ovejas, que tenía alguna descarriada, la dije que era un buen bailarín y esa noche bailaríamos un pegao, una de esas lentas que gusta a las mujeres.

Años después tras rondarla, insistentemente y sobre todo porque la embaracé, nuestras familias no sabían que estuviese en cinta, así que nos casamos.

El tiempo pasó y mi mujer dio a luz a una niña, que pasaría a llamarse María como su madre, por desgracia a los quince días, debido a una neumonía, María, mi mujer, falleció, tras el entierro y como la guerra civil ya había estallado yo no podía ocuparme de la niña y nadie por temor quiso hacerse cargo, así que fui a un orfanato de Oviedo y por la noche con el orvallo empapándome la dejé a la puerta, toqué al timbre y salí corriendo, me acompañaba Miguel mi buen amigo, eso si intenté no antes escribir una carta, con ciertas explicaciones y ruegos a las monjas de que me la trataran bien como Dios manda, es en estas ocasiones, cuando uno se acuerda del de arriba, también dejé una foto donde aparecíamos sus padres, su madre, embazada de ella y yo, abrazados, a su vez la puse un colgante en el que por un lado estaba la Virgen de Covadonga y por el otro lado una foto de su madre.

No todo son buenos recuerdos, pero los guardo para mí, como un tesoro, ahora, por los tiempos que corren es lo mas preciado que tengo y un momento en el que me siento libre, aunque campe por el bosque de la montaña, pero siempre al acecho de mis captores, cual animal con sus instintos de supervivencia.

Pasado oculto. Capitulo 1: La emboscada

La lluvia caía recia, sin cesar, llevaba horas así, a mi alrededor, la naturaleza, musgo, líquenes, helechos, estamos todos agazapados, como la mayoría de las veces, con el corazón en un puño apenas se nos siente respirar, del frío me tiritan las manos, bueno frío, nervios y cansancio, de mi boca sale un pequeño vaho, se oye el sonido del urogallo, es la señal, cargamos las armas, apuntamos y disparamos, cualquier hombre que se acerque de uniforme fascista será una cruz en el cementerio, nuestro mayor objetivo es abatir cuanto antes a algún soldado de alto rango, eso a parte de causar una buena baja les retiene intranquilos sin saber que hacer, excepto soltar varias ráfagas que intentan dar en alguno de nosotros, no siempre con el mismo resultado, suerte que desde las alturas y escondidos como estamos es difícil acertarnos, la balas pasan silbando a escasos milímetros, pero como siempre es cuestión de segundos, los movimientos precisos, todo acaba pronto para retirarnos lo más rápido posible, nos escondemos cual zorro a su madriguera, confortándonos con seguir viendo a nuestros camaradas vivos y sintiendo a nuestros caídos, huimos, pues estamos proscritos, han puesto precio a nuestras cabezas, siempre escondidos abandonados a nuestra suerte, lejos de la familia, de nuestros seres queridos, en nuestras caras hay terror, nos sentimos exhaustos, el cansancio se nota inminente, cuando estamos a salvo le damos un trago al  vino de Tino y el queso que nos trae Samuel, que como todos nosotros nos jugamos el pellejo para ir por turnos a por algo de comida a alguna casa familiar o en algún lugar donde los parientes saben esconder y que nosotros miraremos, lo normal es que dichas provisiones escaseen pues es muy arriesgado, no sólo por nosotros, que también, sino por nuestras familias, amigos y vecinos, pues podrían castigarles a ellos también por ayudarnos.

El manzano de la esperanza

Hace ya muchos, muchos años, en el reino Astur, vivía un hombre poseedor de grandes fortunas y terrenos, este hombre se llamaba Anselmo, estaba casado con una mujer, Salomé, ellos querían ser padres, visto que no lo conseguían, decidieron ir Cangas de Onís a rezar a la Virgen de Covadonga, pasaron los años y el milagro obró, la mujer dio luz a una hermosa bebé, a la que pusieron de nombre Mari Luz, contentos como estaban lo festejaron por todo lo alto.

Pero resultó que la leche materna era muy escasa y no era muy buena, así que buscaron una mujer que pudiera amamantarla, de todas las que se presentaron fue Esperanza quien consiguió ser aceptada en la familia, durante largo tiempo vivieron felices.

Mari Luz fue creciendo estaba siembre muy contenta y alegre, jugaba y reía con sus padres y con Esperanza que era prácticamente de la familia, ya tenía sus maravillosos y esplendorosos 15 años, nadie suponía que hubiera un día trágico para la familia y fue cuando un día Mari Luz enfermó, débil como estaba y tan frágil, postrada como estaba, ni si quiera los mejores doctores de Oviedo (Ovetum) dieron con la causa de la enfermedad y su posible remedio, la daban ya casi por fallecida, la tristeza imperaba en toda la familia, Esperanza fue entonces ver a la Virgen de Covadonga en Cangas de Onís y sus plegarias fueron escuchadas y Mari Luz sanó, volvió a la vida, Anselmo y Salomé estaban muy agradecidos, así que decidieron dar parte de sus terrenos a Esperanza, ella en respuesta a tal bondad les dijo que si algún día la llegaba la hora les pidió que plantaran un manzano para que pudieran acordarse de ella, que lo único que había hecho era querer a Mari Luz como a una hija y rezar a la Virgen de Covadonga para que sanara.

Pasó el tiempo, Esperanza era casi una anciana, cuando pasó a mejor vida, todos en aquella familia lloraron su pérdida, y como habían prometido plantar un manzano llegado la hora así hicieron, uno muy hermoso y florido, el manzano de la Esperanza.

El puerto

Estoy impaciente por ver a mi sobrino, el hijo único de mi hermana, él viene a ayudarme en mi negocio, imagino cómo vendrá, asustado, pues desconoce lo que le espera, nueva gente, costumbres y sobre todo un nuevo idioma, aun así y de ante mano que seguro se encuentra ilusionado, con ganas de trabajar y labrarse un nuevo futuro.

Recuerdo cuando marché, fue muy duro despedirme de mi familia, padre y madre, mi sobrino era un crio, lloraba como todos los demás, pero sabía que en su interior estaba feliz y contento, orgulloso de la aventura que estaba a punto de emprender, le sequé las lágrimas, le di un pañuelo para que se sonara, nos sonreímos, me apartó de los demás y me prometió que ahorraría y que cuando tuviese la edad suficiente viajaría y se vendría conmigo y le dije –claro que sí, ya sabes que estaré esperándote para vivir infinitas aventuras- entonces entrelazamos los meñiques y dijimos –prometido- nos abrazamos y le besé la frente mientras le acariciaba el pelo.

Ahora me encuentro en el puerto esperando la llegada del barco, el cielo está azul, y las gaviotas vuelan en lo alto, el barco se acerca lentamente, le veo en proa, me quito el sombrero y le saludo agitándolo de izquierda a derecha, le espera una nueva vida llena de aventuras.

Nueva vida

Lo llaman la tierra prometida, llena de oportunidades, así es como empieza mi aventura, viajando en barco a un país desconocido, no conozco sus costumbres ni nada y menos aún el idioma, me asusta de sólo pensarlo pero había tomado una decisión y ya no podía echarme atrás.

Salí corriendo del camarote al poco de saber que pronto llegaríamos a nuestro destino, fui a proa dando brincos de alegría, con la petaca que apenas estaba llena, un poco de ropa, un poco de comida que mi madre me dio para el camino y unos cuartos de mi padre que tenía ahorrados de trabajar en la mina, yo por el contrario estaba lleno de ilusión.

Estaba entusiasmado y alegre, asombrado de lo que veían mis ojos, ante mí las faldas de la estatua de la libertad y una nueva ciudad que según me informaron estaba en fase aún de construcción y esperaban que avanzase y creciese, que se desarrollaba de una manera muy rápida y espectacular, Nueva York, una ciudad a la que pasaría a formar parte.

Al timón estaba el capitán luciendo galones y haciendo alarde de su poder dando órdenes a la tripulación, siempre acompañado de su mascota, un loro que posaba en su hombro derecho.

Llevábamos días surcando el mar, cruzando el charco decían, estaba preparado para ese gran cambio, mi Asturias, patria querida, por las américas, mi nuevo destino, dónde me esperaba mi tío Juan hermano de mi madre, al igual que yo ahora, él había recorrido todos esos kilómetros antes para buscar fortuna y ahora era yo quién llegaba con la misma intención, ayudarle en su nuevo negocio y así labrarme una nueva vida.

Llegué y saludé efusivamente a mi tío, con muchos abrazos, luego nos fuimos a una casa a las afueras no muy lejos de la gran ciudad, me enseñó el que sería mi nuevo hogar, la que sería mi habitación, me dejó un rato a solas para que desempaquetara antes de la cena, lo primero que hice fue tirarme en la cama, olía a esperanza, y sobre todo, a libertad.