El cáterin o cateringgg

Hoy vinieron de los EE.UU. unas estrellas de jolivu, venían a rodar unas escenas para no sé qué película, film me dijeron que se decía.

Había una que me llamo mucho la atención guapa, guapísima, que mujer, hermosa por donde las hubiera, me dijo mi amigo manolo que tenía un conocido que sabía de un tipo español Carlos pero que le conocían como Charls o algo así que trabajaba para la empresa que les daba todo tipo de comida y bebida, que era del cateringgg, que finolis estos americanos, el cateringgg, ni que fueran unos marqueses.

La cuestión es que había una actriz muy diva ella y súper elegante, ay homa que rica estaba la muchacha, pero estaba siempre de mal humor, se quejaba por nada, que si los mosquitos, que si la calor, eso si bien que la gustaba nuestra comida, nuestros productos de primerísima calidad, que se van a pensar estos de los EE.UU. o de los estadossss unidosssss que gracia cuando me decían así, jajajaja, usa decían también o la uesei, que ridículo estos panolis igual pensaron que aquí en España estaríamos en taparrabos  y usábamos tam tam para comunicarnos.

La diva cuando no rodaba una escena estaba con una pamela y gafas de sol y una ratita presumida de ojos saltones más feo que pifio, mai darlin decía o cam jia mai lof y la ratita con sus patitas iba menando la colita y luego se subía a sus brazos y de ahí no bajaba el chucho ese raquítico, aunque en cierto modo lo envidiábamos, bien que reposaba sobre sus pechos.

Para comer ni dieta ni hostias, bien se ponía la jodia como una cerdita, sólo comía liebre en salsa de tomate, pero resultó que de liebres escaseábamos por aquel entonces, así que afloró el ingenuo, nuestra picaresca y en el menú de la estrella empezó a cambiar, como ya no había liebre, buenos eran gatos, de ahí la expresión gato por liebre.

Abducido

Me habían dado unos días de vacaciones de verano en la oficina, así que decidí que mi destino tendría que ser uno donde me encontrase aislado por completo y tendría que ser paradisiaco con playa, no se caribe o algo por el estilo, así que preparé las maletas, destino: relax total.

Me levanté pronto, tomé mi billete de avión que busqué por internet, me fui en el coche hasta el aeropuerto, subí al avión y rrrrrruuuuummmmmmmmbo al paraíso, ya estaba saboreando mi libertad, aaaaaaahh.

Cuando llegué, ya en la casa que estaba a primera fila de playa, con una tumbona entre las palmeras y totalmente para mí, que descanso, decido tumbarme, cierro los ojos, oigo como el sonido de un avión, abro un ojo, parece que esta la luna, pero aún es de día, se ve muy cerca y muy grande veo unas luces en cielo, algo oculta el sol, es redondo, ¿cómo? Pero… ¡si es un OVNI! ¿Eh? ¿Qué es esto? Una luz me ilumina, de repente me encuentro en el aire, flotando, volando, las palomas pasan muy cerca, pierdo el sentido.

Abro los ojos, a mi alrededor hay unos seres, parecen unos espermatozoides largos del tamaño de una persona, con piernas y brazos, en medio de la cabeza un gran ojo, es una mirada intensa, no sé porque miro fijamente y se me cierran los párpados, noto que me cogen, noto sus dedos largos y blandos, me ponen en algo rígido y también algo que se mueve, para y y y … no noto nada sé que el tiempo pasa, solo oigo el latido de mi corazón pom pom, pom pom.

Finalmente abro los ojos, estoy tumbado en la misma tumbona, no sé qué es lo que me han hecho, sé que he sido abducido y seguro que me han analizado, pero.. ¿A quién se lo cuento? Además huelo a wiski barato, puaf que peste, nadie me creerá.

¡Que vacaciones!

El bosque

Hoy nos hemos levantado pronto para ir a coger setas, fuimos en coche hasta el monte, una vez llegamos, nos adentramos en el bosque, los árboles son muy altos, parecen tocar el alto y azulado cielo, con las nubes algodonosas y blancas haciendo diferentes formas, hasta ballenas surcando las alturas, por encima de tu cabeza, a mi familia le hace mucha risa, lo pasamos súper genial, según nos adentramos vamos viendo las primeras setas que van directas a la cesta, cuando nos cansamos comemos los bocadillos que mamá prepara con esmero, no la supera ni el mejor cocinero, cuando tenemos suficientes regresamos a casa, todos llegamos muy cansados.

Locura

Día a día están las noticias informando de las diferentes alertas por culpa de un virus, con nombre de coronavirus o conocido también como Covid-19, hasta que no hubo pasado no sé cuánto tiempo y después de tantas muertes y contagios a lo largo de todo el mundo, intentan convencernos que ya no es un simple virus y que se trata de una pandemia, lo peor no sé si es este virus o la histeria que ha generado, que ya no hay ni papel higiénico, será que se cagan del miedo.

 Ahora tenemos que quedarnos en casa, guardando cuarentena, que si contención, contención reforzada, estado de alarma, si es que vamos siempre por detrás y todo por un pequeño intruso, el muy cabrón hace estragos por donde pasa, ya ni besos ni abrazos, a un metro de distancia, prohibido toser o estornudar, hay de ti si lo haces, malas caras por no decir de espantadas varias, aunque pensándolo bien ¿si lo hiciera en la cola de la carnicería o frutería? ¿Pasaría a ser el primero?

Entre rejas

¿Cuándo había llegado hasta ahí? No recordaba casi nada, me venían pequeñas imágenes a modo de flashes, mi avión había sido derribado, salte justo en el momento del impacto, no sé qué fue de mi acompañante, supongo que muriera en el acto, todo sucedió muy rápido, mi capacidad de reacción fue instantánea, no podía pensar con claridad, a pesar de activar el paracaídas, mi caía fue muy precipitosa, entre arboles, quedé colgado y no llegue al suelo hasta que se rompió la rama que me aprisionaba, sabía que tenía que actuar rápido, el paracaídas estaba prácticamente destrozado, inservible total, aún así lo tenía que ocultar para no dejar rastro, estaba magullado y cojeaba ligeramente de la pierna derecha, intenté despistar al enemigo todo lo que pude, pero dieron conmigo y fui apresado, me torturaron, sé que me hicieron muchas preguntas, yo no entendía su idioma, vino un fulano que si hablaba mi lengua, pero después del interrogatorio me desmayé, luego ya nada, me desperté en ese lugar cutre, oscuro y con dos ventanas con rejas por la que entraban los rayos de sol, estaba atado de pies y manos a una silla, escapar de ahí era lo único que tenía en mente, pero, ¿cómo?

Diario de un tigre

Hoy pasó algo excepcional en mi día a día, hoy vi con mis propios ojos como enjaulaban a un hombre, el primer hombre en la historia en ser enjaulado, luego me enteré que sería para un zoo, si un zoo de personas humanas, este humano sería el primero de muchos otros que vendrían más tarde, mujeres y hombres con sus crías y críos, me entere por mi amigo Poo, mi antiguo compañero de piso, el pobre no superó su adicción a la miel.

El espécimen que habían enjaulado descendía de una familia de políticos, de los últimos en ser casi extinguidos.

Aún me acuerdo cuando fui enjaulado por humanos al igual que ese humano lo fue por nosotros, no sé cómo llegamos a dominarles, aunque sí como llegué a ser libre, fue gracias a King el gorila que estaba enjaulado al lado mío, él mismo con una llave abrió la puerta de la jaula donde me encontraba, me dijo que podía salir, claro yo no entendía lo que me decía, pero avancé instintivamente, luego mediante otros gorilas me suministraron no sé qué sustancia mediante una jeringa no sin antes ofrecer  resistencia, pero poco a poco empecé a caminar con mis patas traseras y a entender lo que me decían, años después me enseñaron a leer y escribir y hacer todo tipo de cosas que los humanos hacían antes de caer en nuestras manos, en especial la de los simios, un ejército de simios liderado por un tal Saimus, ni que fuera su planeta.

Me puse los cascos y pongo música para salir y hacer un poco de ejercicio, “Eye of the Tiger”

En el armario

Joder estoy sudando como un puto cerdo, además estoy escondo en el armario de una vieja de un piso que desconozco, tengo el mono y no sé lo que va a pasar, la hostia, menudo berenjenal, estoy de mierda hasta no poder más, me pude zafar de esos maderos, pero ahora no se cómo salir de esta.

La droga me está matando y todo por intentar robar en la farmacia más cercana y… ¿para qué? Para unos putos y míseros cinco pavos ¿cómo cojones salgo de este armario de los huevos?

Una voz masculina desde el otro lado me habla, dice que me rinda, que no tengo nada que hacer y que estoy rodeado, abro ligeramente la puerta, tan sólo un dedo, lo justo para ver al hombre, es de unos cuarentaimuchos mas o menos, está intentando persuadirme para que salga sin ofrecer resistencia, sé que cuando ponga mis pies fuera, los picoletos se van a tirar encima, ya no tengo escapatoria, acepto, no me queda otra, dos polis se acercan por los lados y uno de ellos me pone las esposas, pero no queda así, no lo pongo fácil, me revuelvo mientras grito bien fuerte, ¡cabrones! ¡hijos de puta! ¡soltadme! ¡os voy a dar una paliza!, hasta que un puñetazo en la barriga me hace callar.

La aventura

-hijos hoy os voy a contar un cuento que no encontrareis en los libros y que vuestro abuelo con tan solo la ayuda de la imaginación, nos contó a mí y a vuestro tío cuando nosotros teníamos vuestra edad, además os prometo que no tendrá ni príncipes ni princesas, espero que os guste- dije mientras me sentaba entre las dos camas de mis pequeños retoños.

“Hace mucho, mucho tiempo, una familia de intrépidos aventureros llegó hasta África, fueron a la sabana, donde vieron muchos y exóticos animales, elefantes, jirafas, cebras y hasta los felinos más temibles, los leones.

Pero eso no fue todo, en su exploración llegaron hasta dónde existía una tribu muy peligrosa, los zulúes, así que antes de que pudieran rodearlos  salieron huyendo tan rápido como pudieron, con fortuna se pudieron refugiar en un campamento, lo malo fue que había sido atacado por la misma tribu que les había perseguido hace un instante, vieron con horror que había muchas bajas entre los soldados.

El padre de la familia resultó ser todo un estratega, su especialidad era poner trampas, así podrían sorprender al enemigo consiguiendo asustarlo a la vez que disminuir el número de atacantes, contaban con rifles, mientras que la tribu de zulúes tan solo flechas y lanzas, por mucho que escondieran tras sus escudos, además de ser tan bravos, osados y valientes que les hacía dignos oponentes, con esa imagen siniestra de fieros que les hacía aún más temibles.

La tarde pasó aparentemente tranquila, con relativa calma, salvo alguna pequeña escaramuza de tanteo en diferentes puntos del campamento, sin lamentar pérdidas, excepto algún herido, sólo algunos de los enemigos habían caído en diferentes trampas.

Fue llegada la oscura noche, cuando decidieron atacar, los rodearon, no había escapatoria alguna, se oían los gritos del enemigo al caer en las trampas, no sabía decir cuántos cayeron en esa cruenta batalla, hubo muchas pérdidas pero estaban preparados, improvisaron una antorcha que arrojaron fuera, levantando una gran llamarada alrededor del campamento haciendo que el enemigo saliera corriendo, eso hizo que se lo pensaran dos veces antes de atacar, bien es cierto que ambas partes sabían que ese fuego se apagaría, mientras tanto aprovecharon los cuerpos que habían servido ya con honor a la patria, con la idea de ponerlos alrededor con sus rifles apuntando al exterior, causando confusión al enemigo, sin saber si atacar o no, decidieron hacer pequeños enfrentamientos, la noche fue larga, las balas y soldados escaseaban ya, y  lo peor era que no tenían apenas agua y nada que llevar a la boca.

No estaba todo perdido, al amanecer, con los primeros rayos de sol oyeron una corneta, venían a recatarlos, llegaban refuerzos, estaban salvados, la caballería llegaba a galope haciendo frente al enemigo y consiguiendo que los zulúes huyeran, los recibieron con vítores y hurras, así que los supervivientes, heridos y la familia regresara a sus casas”

Una vez terminado, comprobé que mis peques estaban durmiendo, como angelitos, salía de la habitación cuando Guille me dijo, -gracias papi, una gran aventura-  de nada dije mientras le tapaba y besaba su frente, salí sonriente y feliz.

Días grises

Corrían tiempos difíciles, tal era la hambruna y la escasez de medicamentos en aquel pueblo, que la muerte se aparecía cuando uno menos lo esperaba, al acecho estaba, como si de un gato se tratase agazapado en cualquier esquina, en busca de su presa.

 Era día de ración, el viento soplaba violentamente, imposible era avanzar y dar unos pasos sin que tuvieras que hacer un esfuerzo, a la vez tratar de mantenerse en pie, pero Rosa, tenía que salir a por un poco de comida, algo que pudieran llevarse a la boca.

 Rosa era viuda, la guerra hizo que se llevara a su marido, Roberto, que en vida tenía un negocio, dónde vendía todo tipo de ropa de abrigo, tanto de mujer como de hombre, también bastones y paraguas, por desgracia una bomba fue a parar a la tienda, sin dejar rastro alguno, ese mismo día esta Roberto y Julio su hijo mayor a punto de cumplir catorce años, él ilusionado como estaba aprendiendo el oficio, trágicamente fallecieron los dos, dejando a Rosa en la más profunda de las miserias, viuda y con un hijo menos, ahora solo le quedaba Juan que apenas contaba los seis años de edad.

 A Rosa no le quedó más remedio que ponerse a trabajar, limpiando en las casas de otras familias o remendado todo tipo de ropa, estando en la cola, empezó a llover y al poco a tronar, era un ruido ensordecedor, mientras tanto en la casa estaba Juan, frente la chimenea, acurrucado viendo las llamas hipnotizado con el vaivén que éstas le ofrecían, sentía los pies fríos y no paraba de tiritar, las contraventanas sonaban con un ñiiiic ¡pum!, ñiiiic ¡pum!, Juan las cerró como pudo, más tarde, poco antes de que llegara su madre, fue al dormitorio a tumbarse en la cama, cerró los ojos, nunca más volvería a abrirlos.

El puerto

Estoy impaciente por ver a mi sobrino, el hijo único de mi hermana, él viene a ayudarme en mi negocio, imagino cómo vendrá, asustado, pues desconoce lo que le espera, nueva gente, costumbres y sobre todo un nuevo idioma, aun así y de ante mano que seguro se encuentra ilusionado, con ganas de trabajar y labrarse un nuevo futuro.

Recuerdo cuando marché, fue muy duro despedirme de mi familia, padre y madre, mi sobrino era un crio, lloraba como todos los demás, pero sabía que en su interior estaba feliz y contento, orgulloso de la aventura que estaba a punto de emprender, le sequé las lágrimas, le di un pañuelo para que se sonara, nos sonreímos, me apartó de los demás y me prometió que ahorraría y que cuando tuviese la edad suficiente viajaría y se vendría conmigo y le dije –claro que sí, ya sabes que estaré esperándote para vivir infinitas aventuras- entonces entrelazamos los meñiques y dijimos –prometido- nos abrazamos y le besé la frente mientras le acariciaba el pelo.

Ahora me encuentro en el puerto esperando la llegada del barco, el cielo está azul, y las gaviotas vuelan en lo alto, el barco se acerca lentamente, le veo en proa, me quito el sombrero y le saludo agitándolo de izquierda a derecha, le espera una nueva vida llena de aventuras.