Enamorado

Enamorado de tu belleza,

enamorado de tu hermosura,

enamorado de tus curvas.

Entras por la vista,

disfruto contigo,

todo tu,

sabor, olor, pureza.

Admiro cada rincón,

sin resistir me caigo y…

Me rindo a tus pies.

Los picos de Europa

Ríos de agua y sidra.

Playas y calas del mar cantábrico.

Me ofreces:

Tranquilidad, paz, sosiego,

historia, tradición y diversión.

 Los lagos con lágrimas de

nuestra Santina, Covadonga.

 Desde Cangas a las Cuencas.

El orvallo me cala.

Melodías tristes suenan,

por las altas montañas,

las gaitas hacen eco,

mi corazón se encoge.

Varios compañeros mineros,

han fallecido intentando,

extraer el negro carbón.

Todo esto tienes tú

Mi tierra

Mi Asturias

Enamorado de ti.

El manzano de la esperanza

Hace ya muchos, muchos años, en el reino Astur, vivía un hombre poseedor de grandes fortunas y terrenos, este hombre se llamaba Anselmo, estaba casado con una mujer, Salomé, ellos querían ser padres, visto que no lo conseguían, decidieron ir Cangas de Onís a rezar a la Virgen de Covadonga, pasaron los años y el milagro obró, la mujer dio luz a una hermosa bebé, a la que pusieron de nombre Mari Luz, contentos como estaban lo festejaron por todo lo alto.

Pero resultó que la leche materna era muy escasa y no era muy buena, así que buscaron una mujer que pudiera amamantarla, de todas las que se presentaron fue Esperanza quien consiguió ser aceptada en la familia, durante largo tiempo vivieron felices.

Mari Luz fue creciendo estaba siembre muy contenta y alegre, jugaba y reía con sus padres y con Esperanza que era prácticamente de la familia, ya tenía sus maravillosos y esplendorosos 15 años, nadie suponía que hubiera un día trágico para la familia y fue cuando un día Mari Luz enfermó, débil como estaba y tan frágil, postrada como estaba, ni si quiera los mejores doctores de Oviedo (Ovetum) dieron con la causa de la enfermedad y su posible remedio, la daban ya casi por fallecida, la tristeza imperaba en toda la familia, Esperanza fue entonces ver a la Virgen de Covadonga en Cangas de Onís y sus plegarias fueron escuchadas y Mari Luz sanó, volvió a la vida, Anselmo y Salomé estaban muy agradecidos, así que decidieron dar parte de sus terrenos a Esperanza, ella en respuesta a tal bondad les dijo que si algún día la llegaba la hora les pidió que plantaran un manzano para que pudieran acordarse de ella, que lo único que había hecho era querer a Mari Luz como a una hija y rezar a la Virgen de Covadonga para que sanara.

Pasó el tiempo, Esperanza era casi una anciana, cuando pasó a mejor vida, todos en aquella familia lloraron su pérdida, y como habían prometido plantar un manzano llegado la hora así hicieron, uno muy hermoso y florido, el manzano de la Esperanza.