Me hechizaste con tu dulce mirada,
a mí me supo a mermelada.
Me susurraste tiernas palabras,
a mí me parecieron hermosas.
Me tocaste con tus suaves manos,
a mí me vinieron los pecados.
Me comiste y escupiste,
a mí me viste y me perdiste.
En mi mente te clavaste,
juegas conmigo al despiste.
Por mucho que quiero,
olvidarte no puedo.
Me la jugaste con esmero,
yo soy quien pierdo.
Pasa del firmamento
mi eterno lamento.
No miento
si pido
que te lleve el viento,
pues tenerte dentro
es un sufrimiento.
Soñando o despierto
te llevo tan adentro.
Que desesperado grito:
¡Fuera de mi mente!