Nevera

Cuando hablamos de una nevera enseguida nos viene a la mente ese objeto grande que ocupa parte de nuestra cocina y dentro está tan frio que es donde ponemos la comida para que se conserven en buen estado, ya sea leche, yogures, la sopa de ayer y comidas varias.

Otra imagen que nos podría venir a la mente, es en esas películas donde hay celdas y prisiones de diferentes tipos y épocas, ese lugar pequeño, normalmente sin luz y sobre todo frías, de ahí su nombre.

Pero en este caso, no hablamos ni de una cosa, ni de la otra, en este caso sólo podemos hablar del lugar donde trabajaba él, una nave  fría, heladora, gélida, igualito que el corazón de su despiadado jefe, bueno despiadado y tacaño, pues su racanería no tenía límites, mientras que su jefe estaba caliente en su oficina a veinte grados, él tenía que cubrirse como una cebolla con capas y capas de ropa para no pasar frio, como mucho en alguna ocasión podía poner la pequeña estufa a dieciséis grados y cruzando los dedos para que durase encendida y no saltasen los plomos, si con contratar más potencia en la factura de la luz el problema estaría solucionado, pero era tan agarrado el “tío gilito” de los cojones que claro estaba acatarrado día si y día también, llegaba a casa con los pies congelados y que vergüenza tener que atender a los clientes con gorro y bufanda.

¿No se daba cuenta de que los clientes también se quejaban de ese frio nada más entrar en aquel lugar?

Lunes

Podría haber sido un lunes, un primer día de la semana, como cualquier otro, pero no, ese lunes se iría metamorfoseándose en uno horrible, horrendo diría yo, aún seguía la dichosa pandemia, además esa misma mañana tenía que vacunarse, su tercera dosis, la de “refuerzo”, tras asearse, desayunar y vestirse, fue al hospital, donde le pincharían, sin decirle qué vacuna era, para informarse no le quedó más que preguntar, le dijeron que “moderna” él se preguntaba que porqué si las dos primeras fueron “faizer”, fue a casa para tomar un paracetamol “por si acaso”, mejor prevenir que curar,  no sentía nada, quizá un leve dolor en el brazo como si fueran unas agujetas.

Procedió a ir al trabajo, ahí todo “normal” , hasta que recibió “la llamada”, era de su “querido” y “amado” jefe, su hermano, le esperaba en el despacho, al llegar comprobó que había otro compañero, de esta manera, se sentía un poco más tranquilo, aliviado, podría incluso bajar un poco la guardia, con gente estaría a salvo de esa lengua bífida, esa que solía usar cuando estaban a solas, todo indicaba a que  sólo sería una mera orden, tendrían que trabajar juntos, sacar adelante la web de la empresa, eso sería fácil y no supondría ningún reproche.

No hubo ni malas caras ni cualquier otra impertinencia, estando el compañero delante, su jefe se comportó de manera “decente” como cualquier persona, lo que se esperaba de un jefe, pero… todo cambió cuando el compañero saló y él no pudo huir, se tenía que quedar, sin el compañero delante al jefe le empezó a cambar la cara, las venas rojas aparecieron en los párpados de abajo, y de la boca salían sus palabras cual dardo venenoso, falsas acusaciones, tales como “hace más de dos semanas que no haces esto o lo otro” y un sinfín de crueles acusaciones, de las que no podía defenderse, pues lo transformaba en un duro revés, diciendo “escusas” así que salió derrotado de aquella oficina, Sauron había ganado la batalla.

Por la tarde le esperaría otra reprimenda del señor oscuro, preguntándole por el sistema, ya que desde hace unos pocos días trabajaban con un nuevo programa, uno totalmente diferente, viendo Sauron la reacción en la cara de su víctima, sin dejarle mediar palabra, aprovechó para hurgar en las heridas, diciendo que la empresa de cambiarlo todo le veían “verde”, alegando que era la opinión de ellos, que no se lo había inventado, estaba claro que mentía, lo decía para ofender y de paso cubrirse las espaldas, pero…de ser cierto ¿Quién era esa gente para decir semejante blasfemia y juzgarle de aquella manera tan despiadada, sin educación alguna? Si no lo conocían, si no sabían cómo trabajaba, además era todo vía remoto, por lo que no estaban ahí presentes, el cabreo era “monumental” pero lo tenía que ocultar, no dar índices del dolor que sentía por dentro, habían hurgado en su ser y herido su alma, pero había que recomponerse y seguir trabajando, aún quedaban unas horas hasta que terminara la jornada.

Pues si en la mañana le habían pinchado y en el trabajo humillado, en la noche, después de calmarse en casa, tras una deliciosa cena, preparada por su querida compañera, con la mejor de las atenciones, que siempre ponía y nunca faltaba, de lo cual estaba enormemente agradecido y sería poco, ya en la cama intentando conciliar el sueño, le entro la fiebre, una gran tiritona se apoderó de él, mucho calor en el cuerpo, al igual que un famoso personaje gatuno de comic llamado Garfield, pensó, “odio los lunes”.

Traición

El día había transcurrido normal, vamos todo lo normal que se puede pedir a un día cualquiera, como otro día laborable más.

Eso sí, sin sobresaltos, sin confrontación con su hermano o lo que es lo mismo, su jefe, sobre todo porque este había salido a otra ciudad a ver a algún cliente, a negociar, vamos lo típico de un comercial, así que todo el mundo funcionaba a las mil maravillas, sin sobresaltos ni excitaciones, sin gritos ni voces, pura rutina, sincronizados como un reloj suizo, ¿podrían cometer errores? Pues seguro, pues hablamos de personas, hasta se permitieron el lujo de relajarse a la hora del café y charlar como lo naturaleza lo exige en esos momentos, pues era la única distracción que tenían, él estaba agradecido que hubiera días así, hasta pudo permitirse el ir a comprar cosas necesarias para la empresa que sus compañeros le pidieron por favor de ir y siendo así fue a los diferentes sitios haciéndose con las cosas que habían pedido, si es cierto que entre ir a esos lugares y encontrar lo pedido había tardado un poco más de la cuenta, gastando de su tiempo y gasolina.

Al día siguiente su jefe lo llamó a la oficina, para criticarle de esto y lo otro, sobre todo de haber tardado en hacer la compra, sin poder reprochar nada, o mejor sin ganas de decir nada por no contrariarlo, pues la experiencia, a pesar de tener razón, le instaba a callar, pues era una batalla perdida, aunque no la guerra, la cuestión era que si la chica de la oficina sólo venía por la mañanas y la compra fue por la tarde, y uno de los comerciales había estado viendo gente todo el día, entonces ¿cómo se había enterado? ¿Quién le había traicionado? ¿Con qué motivo? Era algo que no se podía explicar.

ERTE

ERTE aquí, llegó lleno de alegría, ilusión y optimismo, saludando a sus compañeros de trabajo como solía hacer todos los días y más aún después de haber estado en confinamiento por largos días debido a un virus, el coronavirus, conocido como covid-19, sufriendo un ERTE junto con otros empleados de la empresa.

Pero todo se esfumó cuando su querido y estimado jefe, su hermano, lo llamó a la oficina con la misma hostilidad y sequedad que le caracterizaba, así sin más, ni los buenos días ni hostias en vinagre, ¿para qué?

Así que sin remedio alguno subió como manso corderito, sabía que no le esperaba nada bueno, la verdad nunca fueron positivas sus charlas y menos cuando se reunían en el despacho donde le hostigaba sin piedad, cruel destino, ¿qué le ampararía ahora?

De la misma manera que una metralleta dispara sin piedad, soltando dardos envenenados, quejas y más quejas, que no había trabajado nada, sin haber hecho ninguna de las tareas encomendadas durante esos días en los que sufrió el ERTE, sus palabras salían sin parar, crueles, llenas de odio e histeria, acusándole de mentiroso, de faltar la verdad, mientras que pensaba, -¿si haber publicado cuatro artículos en la web de la empresa? Y más aún estar en contacto con el padre de ambos para hacer un quinto y un sexto artículo para la página en la que trabajaban, si eso no era currárselo ¿qué coño era? Además que estaba en un ERTE, no tenía ni la necesidad ni la obligación de hacer nada y aun así se molestaba en realizar dichas tareas, joder para eso mejor se hubiera tocado los huevos a dos manos y entonces ahí sí, ahí si le podría dar la razón, siguió hablando sobre que otros trabajadores siguieron trabajando aun estando en ERTE, que era un vago y mentiroso.

Se sentía contrariado, confuso, la garganta seca, con ganas de llorar, no sólo le humilló en lo profesional, también en las cuestiones personales, diciendo, -aún sigues con esa mujer, tengo pruebas de que estáis juntos, ya no pudo más y respondió, -¿es un delito? ¿Por qué me tratáis como un delincuente? ¿Dónde está escrito que sea un delito? ¿Pruebas? ¿Es que me espías? ¿Qué pruebas? Demuéstralo, no tienes nada, ni puta idea de lo que hago, a lo que el jefe añadió, -hasta en eso me mientes, si me da igual lo que hagas, pero di la verdad, replicando- si miento demuestra esas pruebas y sino cállate y déjame en paz, así que se hizo un silencio, él salió por la puerta del despacho dolido y apenado, pensando lo triste que ese monstruo de jefe fuese su hermano, pues compartían la misma sangre.

Mobbing

Estaba incrédulo ante lo que sucedía delante suyo, no daba crédito a lo que estaba oyendo, su jefe, que en este caso al ser una empresa familiar, era su propio hermano mayor, le miraba fijamente de pie, desafiante, con una mirada de rabia contenida, las venitas de los párpados marcados con un rojo intenso que venía siendo frecuente cada vez que se increpaba, le decía –eres un lastre para la empresa, nos vas a llevar a la ruina, si estás aquí es porque eres hijo de y hermano de, yo cree esto de la nada, la hice crecer y la mantengo, aquí no  hay nadie imprescindible, que en cualquier momento te cambiamos por otra persona y punto- solo pudo alegar con voz temblorosa y cierto nerviosismo- papá y mamá pusieron el dinero y papá tuvo la idea de crear la empresa- todo esto mientras la congoja, la rabia y la tristeza se apoderaban de él- pensando que lo que él sabía era por el padre, ya que viendo que no terminaría la carrera universitaria, cosa que a día de hoy no llegó a hacer, se puso a trabajar con el padre aprendiendo todas las cosas del negocio, los clientes, los proveedores, y cosas así, ya no hubo apenas más palabras, excepto las del jefe –ya hicimos la remesa que tenías que haber hecho ayer- a lo que sólo pude llegar a decir- ah eh pues bueno yo es que sólo venía a eso ya que tanta prisa teníais por la remesa, yo que estaba de baja por recomendación médica y era eso a lo único a lo que vine aquí, será mejor que marche ya que lo hicisteis vosotros y no tenía planeado quedarme más tiempo, así que me voy- sin un simple adiós salió de la oficina  se despidió de las chicas de administración y de su amigo y compañero de caja con el que solía trabajar codo con codo, justo en ese momento empezaron a aflorar unas lágrimas en los ojos, su amigo le dijo-ánimo y recupérate para que nos veamos pronto- gracias adiós- dijo mientras se secaba las lágrimas.

Se subió al coche y se fue a su casa, cuando por fin llegó se cambió de ropa y se puso a reflexionar, empezando por lo sucedido ese día, retrocediendo en el tiempo, así hasta el día en que empezó todo.