Por verano

Que bueno es recordar, hoy estaba en la cama, con mis pensamientos, aquellos días veraniegos, trasladarse a esos momentos…

Es de día, se nota soleado, espléndido, no se que hora de la mañana es, veo que él está levantado, se acerca a mí, me da los buenos días y me besa, sostiene una bandeja donde trae el desayuno, es muy cariñoso y sonriente, son cosas que me agrada, me comprende y me hace sentir viva, su presencia me hace los días mas llevaderos.

Nos vamos a la playa, él siempre tan atento hace las cosa sin que las pida, quizá a veces lo que me desquicia es lo cabezota que suele llegar a ser, y lo temperamental cuando se enfada, pero por lo general es un encanto.

Cuando me estoy bañando en el mar, viene un poco más tarde, en ese sentido yo soy un poco mas juguetona y él es mas serio ya que con unas brazadas tiene suficiente.

Pasan las horas y llega la tarde, siempre nos gusta ver atardecer.

En la noche nos duchamos y arreglamos, me lleva a cenar, es un sitio romántico, con flores y velas. Vamos a un Pub donde bailamos, regresamos en las primeras horas de la madrugada, llegamos al apartamento, me besa con sus labios, me rodea con sus brazos, nos desnudamos y en la cama hacemos el amor.

Ya han pasado varios días desde entonces, apenas sigo broceada, estoy en la cama perezosa, que bueno es recordar.

Mi abuela

Fue una tarde, justo a la hora de comer, habían llamado al teléfono, lo cogió mi madre, llamaban desde la residencia donde teníamos a nuestra abuela ingresada, nos dieron la peor noticia que le pueden dar a una persona, sabes que es ley de vida, y que pueden llamarte en cualquier momento, pero te engañas, piensas que nunca llegará ese día, pero no, fue un duro golpe para todos y en especial para mi padre.

Hacía tiempo que la ingresamos ahí, pues la habían diagnosticado demencia senil, ¿se podía valer por sí misma? Yo quería creer que sí, pues hacía vida lo más normal que de una persona se espera, incluso ir a la compra o cocinar, pero hubo varios sustos como dejarse el fuego encendido o que nos llamara diciendo que oía voces, era una tristeza que escondías como si de una anécdota graciosa se tratase, había veces que sin más se ponía a hablar con esas voces y cantaba o eran cosas graciosas del pasado y uno no le daba importancia, hasta te hacía sonreír inocentemente.

De esto fue ya hace tiempo, quizá, debido a la tristeza, de lo que acontece una muerte he omitido todo el trámite del funeral y demás, sé que la incineramos y que cuando pudimos llevamos sus cenizas a su pueblo natal, cerca de Burgos, me acuerdo que fuimos en coche desde Oviedo de donde somos.

Cuando fuimos a la residencia después de la llamada, estaba en su habitación, tumbada en la cama, la miraba incrédulo, si era cierto que estaba muerto ¿por qué la tenían ahí de cuerpo presente? Nos contaron que estaba bien, que empezó a sentirse como indispuesta y que se acostaría un rato para ver si recuperaba, se durmió, para siempre.

Era raro, me acuerdo que la cogí con la mayor delicadeza que pude de la mano y la otra mano en un su hombro, me acerqué y la susurré -despierta, ponte bien pronto, tenemos que contarnos nuestras cosas- o algo por el estilo, no sabía bien que hacer, mis sentimientos estaban contrariados, salí de la habitación agitado, confuso, fui al pasillo a mirar por la ventana, las lágrimas afloraron sin remedio, amargamente, había gente que la habían conocido estando ella ahí, así que vinieron a consolarme y a darnos el pésame.

A mi mente me vienen imágenes de todo tipo, pero sobre todo de cuando íbamos a visitarla a Madrid, donde ella vivía, resultó curioso que las vecinas que tenía puerta con puerta, tanto a un lado como al otro, eran viudas al igual que ella y tanto ella como sus adorables vecinas nos daban un dinerillo extra, unas monedillas o lo que fuera, hasta mil pelas de aquella, tanto a mi hermano como a mí, también la comida tan rica, especialmente la ensalada de tomate y la tortilla de patata y sobre todo el frio que hacía el invierno, nos tenía que calentar las sábanas de la cama con una bolsa de agua bien caliente o de cuando en verano salíamos a la terraza a sentarnos en la mecedora o de cuando teníamos que abrir las ventanas de par en par para que entrara aire, aún así pasábamos un calor infernal, además el televisor era de botones y tenías que levantarte para cambiar de canal, la verdad tengo que reconocer que son recuerdos muy felices.

Lunes

Podría haber sido un lunes, un primer día de la semana, como cualquier otro, pero no, ese lunes se iría metamorfoseándose en uno horrible, horrendo diría yo, aún seguía la dichosa pandemia, además esa misma mañana tenía que vacunarse, su tercera dosis, la de “refuerzo”, tras asearse, desayunar y vestirse, fue al hospital, donde le pincharían, sin decirle qué vacuna era, para informarse no le quedó más que preguntar, le dijeron que “moderna” él se preguntaba que porqué si las dos primeras fueron “faizer”, fue a casa para tomar un paracetamol “por si acaso”, mejor prevenir que curar,  no sentía nada, quizá un leve dolor en el brazo como si fueran unas agujetas.

Procedió a ir al trabajo, ahí todo “normal” , hasta que recibió “la llamada”, era de su “querido” y “amado” jefe, su hermano, le esperaba en el despacho, al llegar comprobó que había otro compañero, de esta manera, se sentía un poco más tranquilo, aliviado, podría incluso bajar un poco la guardia, con gente estaría a salvo de esa lengua bífida, esa que solía usar cuando estaban a solas, todo indicaba a que  sólo sería una mera orden, tendrían que trabajar juntos, sacar adelante la web de la empresa, eso sería fácil y no supondría ningún reproche.

No hubo ni malas caras ni cualquier otra impertinencia, estando el compañero delante, su jefe se comportó de manera “decente” como cualquier persona, lo que se esperaba de un jefe, pero… todo cambió cuando el compañero saló y él no pudo huir, se tenía que quedar, sin el compañero delante al jefe le empezó a cambar la cara, las venas rojas aparecieron en los párpados de abajo, y de la boca salían sus palabras cual dardo venenoso, falsas acusaciones, tales como “hace más de dos semanas que no haces esto o lo otro” y un sinfín de crueles acusaciones, de las que no podía defenderse, pues lo transformaba en un duro revés, diciendo “escusas” así que salió derrotado de aquella oficina, Sauron había ganado la batalla.

Por la tarde le esperaría otra reprimenda del señor oscuro, preguntándole por el sistema, ya que desde hace unos pocos días trabajaban con un nuevo programa, uno totalmente diferente, viendo Sauron la reacción en la cara de su víctima, sin dejarle mediar palabra, aprovechó para hurgar en las heridas, diciendo que la empresa de cambiarlo todo le veían “verde”, alegando que era la opinión de ellos, que no se lo había inventado, estaba claro que mentía, lo decía para ofender y de paso cubrirse las espaldas, pero…de ser cierto ¿Quién era esa gente para decir semejante blasfemia y juzgarle de aquella manera tan despiadada, sin educación alguna? Si no lo conocían, si no sabían cómo trabajaba, además era todo vía remoto, por lo que no estaban ahí presentes, el cabreo era “monumental” pero lo tenía que ocultar, no dar índices del dolor que sentía por dentro, habían hurgado en su ser y herido su alma, pero había que recomponerse y seguir trabajando, aún quedaban unas horas hasta que terminara la jornada.

Pues si en la mañana le habían pinchado y en el trabajo humillado, en la noche, después de calmarse en casa, tras una deliciosa cena, preparada por su querida compañera, con la mejor de las atenciones, que siempre ponía y nunca faltaba, de lo cual estaba enormemente agradecido y sería poco, ya en la cama intentando conciliar el sueño, le entro la fiebre, una gran tiritona se apoderó de él, mucho calor en el cuerpo, al igual que un famoso personaje gatuno de comic llamado Garfield, pensó, “odio los lunes”.

Los 3 Reyes Magos

Melchor

Me llamo  malkîôr o Melchor, que significa  «mi rey es luz» o «rey de la luz», la verdad es que no tengo nada de rey, soy un sacerdote que estudia las estrellas, un astrónomo, me consideran “sabio” y hay quien me trata como un rey, por eso luzco estas vestimentas, voy de un lado a otro conociendo diferentes lugares, también sus lenguas y culturas, siento que necesito un compañero o dos y compartir mis experiencias y mis conocimientos, se me hace un poco arduo y solo no puedo, he de reconocer que me voy haciendo algo mayor, ya me ha salido alguna cana que otra.

Gaspar

Me llamo  kansbar, vengo de Asia, para ser exactos soy persa, aunque hay quien me confunde con un griego, mi nombre significa: “administrador del tesoro”, quien me conoce me llama Gaspar, como estudioso de las estrellas decidí  ir de un lado a otro, fue en mi Persia querida cuando conocí a Melchor, enseguida nos hicimos amigos, siempre discutiendo por una u otra estrella, el necesitaba un compañero y decidí sin pensarlo que ese sería yo, la verdad aprendí mucho de él, por el camino conocimos a otro “sabio” al que no sólo se le daban bien las estrellas, su especialidad era la botánica y el estudio de las diferentes plantas, nos salvó en más de un aprieto con aquellas denominadas como “venenosas”, es el más joven de todos.

Baltasar

Saludos, me llamo, bueno hay ciertas teorías acerca de mi nombre, unas dicen que Bel-Sar-Utsor, equivalente a  “Dios protege al Rey” otras que Baal, aunque me podéis llamar Baltasar, la verdad no sólo hay diferentes teorías sobre mi nombre, también mi procedencia, si de Babilonia o incluso un  príncipe de egipcio de Alejandría, pero os aseguro que mis raíces son de África, por lo que soy “negro” o “moreno” soy el más joven de los “reyes” o “sabios” me gusta la astronomía y también la botánica y ya salvé en más de una ocasión a Melchor y a Gaspar de que enfermaran por confundir alguna planta “toxica” o incluso “venenosa” pero fue el interés de las estrellas lo que nos unió, al parecer seguíamos a una misma estrella muy resplandeciente, resultó algo mágico. Recorrimos miles de kilómetros, nos llevó hasta Jerusalén, llegando a un pesebre, la estrella nos había guiado hasta ahí, a los pies del Mesías, hijo de Dios, se llamaba Jesús, hijo de José y María, no sabríamos como describir nuestros sentimientos, al ser sinceros nos pareció, mágico, digno de reyes, el primero en entrar fue Melchor y le obsequió con oro, luego Gaspar, quien le regaló incienso, por último entré yo y sin pensarlo le di un cofre, contenía mirra.

Ya vienen los Reyes

Me pregunto qué hará toda esta gente en el centro comercial, ¿es que no tienen otro día u otra hora para hacer la compra? Es que llegan las navidades, especialmente estos días previos a la llegada de los Reyes y vienen en manadas, como si no hubiera un mañana, todos como borreguitos haciendo las compras, es ver toda esta gente y me entra sudores, urticaria, pisotones, empujones, colas interminables, los villancicos te siguen ahí a dónde vas, con el volumen a todo trapo, se te mete en la cabeza como un taladro, beben y beben los peces en el rio, ojalá se atraganten, ¡no lo soporto!.

 Ahora entiendo a quienes me dicen que no les gusta nada estas fechas, hace frio, los días son grises, las horas solares más cortas, con lo que para las 6 o las 7 ya es prácticamente de noche, además te acuerdas de los familiares que ya no están con nosotros y no pueden disfrutar de estos días con los seres queridos, siempre hay quien perdió en las navidades a alguien muy especial, normal que las odien o las detesten.

Pero yo soy de esas personas, que a pesar de todo, lucha positivamente contra cualquier adversidad, en mi caso, mi mejor medicina es mirar la otra cara de la moneda, mezclar pasado con presente, contar con las personas que aún están a tu alrededor y te quieren de verdad, las luces de la calle, el recuerdo de cuando tu madre te obligaba a aporrear la pandereta y cantar los villancicos, adornar el pino, poner el Belén con tu padre, los dulces, además no vas al cole, especialmente cuando nieva y bajas en trineo, las batallas de bolas, los muñecos con la zanahoria por nariz, la carta a los Reyes Magos, las chuches de la cabalgata, cuando ponías leche y galletas, los nervios de la noche, había que acostarse temprano, a la mañana siguiente estaban ahí los regalos, cómo disfrutabas al abrirlos.

Ahora en casa me invade ese entusiasmo y limpio el calzado con la misma ilusión de cuando era un crio, poniendo los zapatos relucientes en la entrada, esperando a que tanto Melchor, Gaspar como Baltasar realicen la misma magia de todos los años.

Lo que pudo ser

Fue una tarde de otoño, casi invierno, una noticia tuya me rompió el corazón, me destrozaste el alma, cegada como estaba, aún ahora y a pesar de todo, pensé en intentar engañarme y poder quererte, pero tras quitarme estas vendas que me cegaban, quería arrancarme los ojos, hacer oídos sordos y taparme la boca, no pude por más que llorar y romper a gritar, pude ver a través de tu alma, putrefacta, podrida, cruel. Me hiciste mucho daño, compartíamos una historia bonita, hermosa y de la misma manera que se cae un plato al suelo, de la misma manera que el impacto hace que se rompa en mil pedazos, es como yo me siento, lo que pasó con mi corazón, antes lo era todo, ahora nada, se esfumó, como la última bocanada de aire, un suspiro, lo que pudo ser ya no es, mis sentimientos se quedaron gélidos, helados, tan fríos que difícil será de recuperar ese sentimiento, ahora perdido, el daño que hiciste en mi interior es como una herida abierta, solo el tiempo me hará sanar, olvidarte de ti, tu persona y tu ser, aléjate de mí no dejes rastro alguno y desaparece, solo albergo odio y rencor donde tenía que haber alegría, amor, miro al sol como un rayo a donde pueda regresar y salir de este infierno al cual me hundiste y con el tiempo poder sentir el latir, vivir.

Manolo Fuertes

Manuel Fuertes o manolo como lo conocen en el pueblo, es un hombre mas bien gordito, de complexión fuerte como se define él, la edad, bueno en sus cincuenta, cercano de los sesenta, pelo cano, no es muy alto, como persona es muy trabajador, honrado, alegre y dicharachero, siempre está con sus labores, que vienen a ser la de dar de comer a las gallinas, ordeñar sus dos vacas y cuidar el huerto y cuando no, pues jugar a las cartas o al dominó con los amigos, disfrutando de un buen vino, por lo general es muy tranquilo, lo único que le saca de las casillas son los maricones y los rojos, aunque en este tema es mas bien por culpa de algunos amigos y lo bruto que llega a ser discurriendo, el apellido Fuertes, le viene que ni pintado porque auque apañado, tiene una fuerza en sus manos, son como tenazas, de lo cual presume mucho.

Los rojos

¿Por qué llaman “rojos” a los comunistas o a los de izquierdas? Papá Noel también va de rojo, aunque bueno en su caso es por los de la Coca-Cola, al no ser que… ¿ellos también son “rojos”? Y… ¿qué pasa con caperucita? También va de rojo y que yo sepa no pasa nada, claro que si la capucha fuera verde seria caperucita verde, ¿será tal vez que cada vez que nos enfadamos nos ponemos rojos? y como enfadarse está mal visto pues ala excluido, tal vez por eso al demonio o diablo lo pintamos siempre de rojo.

Los chinos decimos que son comunistas, además su bandera es roja pero ellos son “amarillos” y en África hay negritos o morenos, pero si los miras mal o les odias por su color de piel es cuestión de racismo, pero esto ya es otra historia.

Entonces, a las personas a las que llamamos o simplemente afirman ser “fascistas” “fachas” o más sencillamente de derechas… ¿son “azules”? o ¿de algún otro color? ¿Por qué no tienen color alguno? Y ¿por qué tiene que haber un color o cualquier denominación por tener afinidad a una ideología o partido político?

Que yo sepa los pitufos son azules, pero su “jefe” o “líder” es decir papá pitufo, viste de rojo (o granate) y no pasa nada, el cielo y el mar son azules aunque es ya una cuestión científica de la naturaleza donde no me meto.

De pequeño siempre he oído lo de “rojo” mayormente con odio y de una manera despectiva ¿por qué este color “rojo”? Y ¿Por qué por un pensamiento ideológico? ¡No lo entiendo!

En cambio con “la roja” todos a una, todos gritamos ¡GOOOOL! Con Iniesta, ahí sí que hay unión y alegría. Señores, dejémonos de hostias y arrimemos el hombro, se trata de una cuestión de una palabra, RESPETO, tan simple y sencillo.

Visitas

Era de noche, ya estábamos todos en la cama durmiendo, mañana era día de trabajo y tenemos por costumbre acostarnos pronto, una voz inquieta me hizo despertar, al lado de la cama estaba mi hija, mi pequeñita, de nueve años, tenía la luz de la habitación encendida y ella se notaba que estaba asustada, yo quise que se fuera sola y tranquila a la cama, pero me fue imposible, así que la acompañé hasta su cama y me acurruqué junto a ella, a la mañana siguiente me despertó mi mujer diciendo que era tarde, me reprochaba que asumiera la pérdida de nuestra hija y que dejara de dormir en su cama, me preguntaba mientras me levantaba de cómo era esto posible si ella se había suicidado al año de morir nuestra hija.

La colada

Era lunes y como todos los lunes a esa hora de la noche Carlos hacía la colada, metía la ropa en la lavadora, el suavizante, el jabón, programaba la lavadora como le había indicado su madre, pero ese mismo día, cuando iba a meter los pantalones, hizo su ritual de registrar todos los bolsillos, en uno de ellos encontró una nota, un papelillo blanco que ponía.

“Te espero en mi casa, estaré en mi camita, no te olvides papito, tiene que ser hoy, mañana regreso a mi país, llámame, besos Catheryn” y unos labios estampados a modo de firma.

Carlos se daba de golpes en la cabeza, esa nota era del viernes, y ya al número de teléfono no respondía nadie.

Ese viernes nuestra amiga, una joven mulata de piel clara, pechos firmes y tersos,  después de ducharse y secarse se tumbó en la cama esperando la llamada, sin respuesta alguna, abrió el cajón de la mesita de noche –hoy te toca a ti Junior, tu nunca me fallas- dijo esto mientras que le daba al on.