En
el trabajo siempre hacemos nuestras tareas, sumisos, sin apenas descanso,
obedientes, pues nuestras vidas van en ello.
¿Relajarse? Ni un minuto, prohibido
bajar la guardia y sino, zas, zas, zas, latigazo, impacientes siempre, pues
deseamos la ausencia de ese a quien llamamos “jefe” sólo de esta manera hacemos
nuestro trabajo más distendido, llevadero y aun así no paramos, pues no sabemos
cuándo llegará, lo que hace que suenen las alarmas en nuestra cabeza, excepto
si su vida comercial le hace desplazarse y marchar lejos por un día o dos.
Nos hace la vida impasible,
especialmente a mí y luego con el resto de compañeros cuenta cualquier anécdota
graciosa para ser el centro de atención y regodearse sabiendo que la paga va en
ello, todo tan falso y frío siendo la peor obra junto con el peor decorado
posible, una vida llena de hipocresía y maldad.
Conmigo todo es joderme, amargarme y
hacerme la vida imposible, esa arrogancia y prepotencia, miradas que cortan,
los parpado llenas de venas pequeñas ensangrentadas, las canas marcando su
superioridad al igual que en el ejército, grados de amargura y crueldad, con su
ordeno y mando, ¡ojo cuidado! Siempre tiene que ser como y cuando dice, esas
preguntas infinitas, eternas, insufribles; parece más un interrogatorio o una
tortura sicológica que me ponen los pelos de punta y me hace sudar, absurdo e
innecesario.
Siempre saca su lado negativo, tan negro
y a lo sumo puede parecer gris, siempre criticando y cuestionándome, que si
llego tarde pues es totalmente falso, mentira, recuerdo que un día que llegué
cinco minutos después de la hora de apertura y ojo que estamos hablando de tan
sólo cinco míseros minutos que realmente eran menos, pero lo acepto con mi
mayor resignación, siempre esos minutos serán una eternidad, sin rechistar y
punto.
A cada paso, tarea o lo que sea que
haga, es mal, mal, mal y mal, te amarga la existencia, da igual que afirmes tu
error, siempre saca su miura, con su lengua bífida, tan venenosa y mortífera,
prefiero mil látigos, aunque no los descarto, cualquier día de estos.
Hay secretos a voces, todo el mundo sabe
cómo llamo yo al negrero este, Hitler, él en estos momento para lamer su herida
crea una barrera y a modo de contra ataque cree reírse de dicha situación
cuando sé que por dentro está herido, pero se resiste y dice a modo de humor
que le llamemos führer o en su defecto puto amo, es narcisista y despreciable y
lo peor de todo es que se trata de mi hermano.
A pesar de la “turra” que él dice que le
dan mis padres y no digo que no sea sí, es que ellos le dan la razón y
cualquier cosa se pone en mi contra, aunque estemos hablando de una falta suya,
consigue dar la vuelta a la tortilla y tirarme mierda de tal manera que los
pone de su lado, me entristece y enfurece es que estén comiendo de su puta
mano, pero bueno todos iremos al hoyo, seremos juzgados, aunque todo dependa
del punto de vista.