Mambo

No sé qué hora de la madrugada era, pero que importancia tenía,  era cierto que la música que sonó esa noche les llevó a la danza de las sábanas, su baile acompasado a la vez que frenético, todo había empezado en la pista de aquella disco en una isla caribeña, las estrellas curiosas hicieron despertar la alarma de la luna, varios perros y tal vez algún vecino.

La torpeza en baile y el rey en la cama, parco pero sincero en sus palabras, inocente a la vez que gracioso, demostrando que podía ser cariñoso y detallista, servido a su vez de unas cuantas copas y seguido de diferentes miradas, las cuales describían una historia llenas de chispas, destellos varios y un fuego intenso sin necesidad de descripción alguna, por el contrario bajo una apariencia de mantis religiosa, dañada por varios lobos, había una corderita un poco explosiva que reservaba el secreto desvelado esa misma noche el misterio de la bestia que ella llevaba dentro, aunque dejaba pistas intencionadas para poder seguir su rastro.

En ambos casos no sólo influía la vestimenta, especialmente la de ella, pero el intercambio de palabras, risas y demás pasó al más esperado y deseado juego del desenfreno y amor.

La explosión fue mágica y colosal, los cuerpos se encontraban abrazados retozando y disfrutando mutuamente haciendo lo que mejor sabían mientras las caricias y besos surgían por doquier con el reflejo de la luna en el agua del mar por fondo en la ventana frente a la cama, con los ropajes desperdigados por el suelo.

Visitas

Era de noche, ya estábamos todos en la cama durmiendo, mañana era día de trabajo y tenemos por costumbre acostarnos pronto, una voz inquieta me hizo despertar, al lado de la cama estaba mi hija, mi pequeñita, de nueve años, tenía la luz de la habitación encendida y ella se notaba que estaba asustada, yo quise que se fuera sola y tranquila a la cama, pero me fue imposible, así que la acompañé hasta su cama y me acurruqué junto a ella, a la mañana siguiente me despertó mi mujer diciendo que era tarde, me reprochaba que asumiera la pérdida de nuestra hija y que dejara de dormir en su cama, me preguntaba mientras me levantaba de cómo era esto posible si ella se había suicidado al año de morir nuestra hija.

Melancolía

Noche cerrada, altas horas de la mañana, ya muchos de los bares, cafeterías y restaurantes habían cerrado en la ciudad, sólo aquella se mantenía abierta, aunque habían estando recogiendo, en ella se encontraba el camarero, gordo con bigote y denotaba no sólo por su cansancio de que el día había sido muy duro, además tenía manchas en el mandil y sudor por la camisa, posiblemente rondase los 40 si no los tuviera ya, el otro hombre, prácticamente de la misma edad más o menos, con gabardina gris oscuro, los ojos enrojecidos, debido a las copas de más que había tomado esa noche, sentado en el taburete rojo, con la luz tenue de la barra pues el resto estaba todo apagado, de fondo estaban radiando una canción que procedía de una pequeña radio que tenían en la cocina colgada en un clavo, aquel hombre mantenía el vaso de wiski en la mano, los cubitos de hielo flotaban, de vez en cuando agitaba el vaso haciendo círculos o hundiendo un dedo en él, por lo demás era todo tranquilo, nadie hablaba, alguna vez se oían lamentos, maldiciones y pestes del hombre hacia las mujeres, el camero, de vez en cuando le intentaba consolar, a la vez le intentaba persuadir para que dejara de beber, pues no ganaba nada de esa manera, además también le intentaba hacer ver que ya era tarde, ya era hora que ambos se retirasen, el camarero tenía que cerrar, a pesar de todo el hombre seguí a lo suyo, pasaron largos minutos, hasta que aquel hombre por fin se dignó a marcharse, como pudo sacó la cartera, pagó y en silencio se levantó, fue a la puerta, se giró, e hizo un reverencia al camarero, despidiéndose con un a dios, volvió a girarse salió se echó mano al bolsillo cogió la cajetilla de cigarros, encendió el pitillo, le dio un calada y marcho tambaleándose, al final de la calle la oscuridad le envolvió.

Noche cerrada

Oscuridad, soledad, grandeza.

Miles de estrellas brillan,

Parpadean, juegan, bailan.

El cantar de los animales

Lobos, búhos, lechuzas.

Fiesta de la naturaleza,

Hadas, duendes, elfos.

Cuando todos duermen,

La blanca luna vigila,

El  cielo con la suave manta nos arropa y

El  amarillo sol en el otro lado

Aguarda.