Cafetería nocturna

No podía dormir, estaba dando vueltas en la cama sin parar, me encontraba por completo desvelado, no conseguía conciliar el sueño, así que me levanté, encendí la luz, me rasqué la cabeza y la espalda, bostecé, abrí la puerta del armario y cogí mi manta de cuadros para refugiarme del frío, apagué y fui a oscuras hasta el salón, no sabía que hora era, eso si, noche cerrada, me planté frente al televisor, lo puse a ver que ponían en la madrugada, hice un rápido zapping y lo dejé puesto en un una película dónde se veían a dos chicos jóvenes corriendo, era de noche, se les notaba atemorizados, parecían que huían, no sabía porqué, pero ahí me quedé mirando la trama, entraban en un bar en una esquina de la calle, apenas se contaban cuatro personas, llegaron sofocados sin apenas aliento, en cuanto pudieron serenarse y respirar con tranquilidad decidieron sentarse en la barra, pidieron dos cafés al camarero, este se los sirvió casi al momento, pagaron.

Ring!!! Sonó el teléfono, nadie lo cogía, tras varios segundos de indecisión e incertidumbre los chicos sudorosos y confusos por el pánico que recorría sus cuerpos decidieron que esa llamada era para ellos así que la atendieron temblorosos, una voz como de ultratumba les dijo- se donde estáis, no podéis esconderos de mi- saltaron de donde estaban sentados y salieron del bar despavoridos, una niebla espesa lo cubría todo,  a los jóvenes ya no se les veía, ¿dónde estaban?, habían desaparecido, pero… y y… ¿yo?¿qué sucedía? Era como si me hubiese traslado de alguna manera misteriosa a la película,  estaba corriendo, ¿qué pasaba? no entendía nada, corría y corría como si vida dependiese de ello, a dónde dirigirme, me metí en una callejuela, estaba perdido no tenía salida, bajo la penumbra de una farola, el corazón me latía aceleradamente, totalmente perdido, sin escapatoria, y y y …

Uf me desperté, que susto, me había dormido frente a la tv y había tenido una pesadilla, fui a la cocina a tomar un vaso de agua para tranquilizarme, cuando estuve calmado decidí acostarme, me tumbo en la cama.

Ring!!! El teléfono sonó en ese momento justo cuando ya cerraba los ojos, cansado, lo cogí – ¿diga?

Nada…

Raro

La sangre caía a borbotones. ¿Quién podía haber hecho semejante barbarie? Era un edificio en ruinas, con escombros y polvo, los cuerpos yacían descuartizados y la sangre había formado un enorme charco de color rojizo oscuro, con tonos granates, oscurecido por el paso del tiempo, aunque no había pasado mucho desde aquel suceso.

Uno de mis compañeros estaba, por así decirlo, asombrado y repugnado, el otro no pudo soportarlo y se retiró a tomar aire; le daba nauseas aquel lugar tan siniestro y el esperpento que acontecía ante nuestros ojos. De repente un ruido nos puso en sobre aviso, una sombra crecía de la nada y le dimos el alto, pero aquella cosa, o quien fuera  hizo caso omiso, se movía rápido, y se abalanzó sobre nosotros, no hubo más remedio que echar mano a nuestras armas, disparando nuestras metralletas sin cesar, en nada nos habíamos separado, les perdí de vista, pero la sombra me seguía ávida, yo corría, me costaba despistar a aquella cosa, las piernas me pesaban más de lo normal, todo estaba lejos aquella noche tan negra como sombría, me desesperaba, sudaba, mi corazón se aceleró, mi respiración era frenética, acelerada, quería gritar pero el miedo me atenazaba y no podía.

Había un callejón, al fondo la luz de la calle, cuando al fin pude salir y alcancé a mezclarme entre la multitud, había quien me miraba raro y susurraba, la mayoría me ignoraba, intentaba pedir auxilio, pero de mi boca apenas pude articular palabra alguna, al menos que fuera legible, me puse la mano en el corazón intentando tranquilizarme y estar más calmado, pues no podía más que balbucear, hasta que me controlé e intenté contar lo sucedido a las personas que empezaban a formar corrillo a mi al rededor, pero ninguno de los ahí presentes me creyó.

Salí de esa calle a la avenida principal, intenté que alguien me pudiera llevar lejos de aquel lugar, intentando hacer autoestop, hasta que un descapotable rojo paró a mi lado, conducía una chica, con un simple gesto de cabeza me indicó que podía subir, me lo repitió también con la mano, así que monté en el coche, le di las gracias cuando ya me hube sentado, le conté lo sucedido, tenía que regresar al cuartel e informar, saber si mis compañeros seguían vivos.

No sé si se había tragado la historia, pero era verdad, ¿qué otra cosa podría decir? La cuestión era que me miraba fijamente, apenas parpadeaba, asintiendo todo el rato, la verdad era que aquella chica era joven, rubia, con los labios pintados de un rojo intenso, además tenía unos pechos prominentes.

Me dijo que tenía que ver a una amiga por el camino, así que pasados unos minutos paramos por una calle menos transitada; la amiga estaba esperando, tenía un macaco en el hombro izquierdo, yo me sentía como aquel simio, algo ridículo.

Hablaron apartadas, muy discretas, la chica del coche  le dio un dinero a su amiga y ella a su vez una bolsa, que luego comprobé que era fruta, la amiga marchó y la chica que me acogió en su coche me dijo que antes de reanudar la marcha podíamos tomar un café en una plaza no muy lejos de ahí así que acepté de buen gusto.

Fuimos paseando hasta la cafetería, ella me contó que se llamaba Daniela, era brasileña, tenía treinta y tres años, tenía una hija viviendo con ella y llevaba poco tiempo  en España, tenía estudios, y era abogada por eso se podía permitir ciertos lujos. Yo me presenté, aunque no con mi verdadero nombre, pues desconfiaba, sería cosa de la profesión o quizás de lo que me habían inculcado mis padres, quien sabe, y sin cómo estaba besando sus labios carnosos, la invité al café como buen caballero y educado, nos fuimos agarrados de la mano. Entramos en una tienda de antigüedades, miramos muchos objetos de lo más raro que pudiéramos imaginar. Ahí encontré a un amigo de la infancia, tenía una novia que era mayor que él, pero quienes éramos nosotros para juzgar nada.

Salimos los cuatro de aquella tienda, fuimos hasta unos bancos y nos sentamos, mi amigo y yo nos quedamos de pie, mientras que ellas estaban sentadas.

Me di cuenta que por el tipo de suelo me podía deslizar como si patinara, mi amigo que también, me  retó a echarme una carrera, así que acepté de buen modo.

En seguida le saqué la delantera, pero al llegar a una curva el suelo era diferente, ya no resbalaba, luego había unas escaleras que bajaban y otras que subían, nos metimos por ellas, ahí me adelantó y luego le perdí de vista, al terminar de subir me di de bruces con mis padres, les quise presentar tanto a mi amigo como a la chica que  había conocido, pero les había perdido de vista, mis padres  me siguieron de primeras, aunque más tarde también les di por perdidos, me sentía frustrado por no encontrarlos, especialmente a aquella chica, sin la menor pista, ni si quiera un número de teléfono para poder llamarla, pero nada. Me metí en un callejón en donde había diferentes puestos de comida casera, incluso deliciosos postres, era inquietante, todo se había tornado raro, confuso, todo me daba vueltas, no sabía qué pudiera estar pasando, no entendía nada y estaba cada vez más nervioso, hasta que…

Desperté sobre saltado y confuso, ¿por qué había tenido ese sueño tan raro?

Visita nocturna

Estaba tranquilamente viendo la televisión, era un sábado por la noche y ese día me quedaría en casa pues hacía mucho frío afuera.

Al principio no hice mucho caso a los ruiditos, no sabía qué podría ser y de donde podría venir, pensé que era cuestión de la película que estaban dando, luego cesó, y más tarde cuando fui a la cocina a beber un vaso de agua, regresaron los ruidos, toc toc, toc toc, sonaba una y otra vez entonces decidí investigar, fui por todas las habitaciones para averiguar qué eran esos ruidos, pero sonaban en diferentes sitios, hasta que…

Ahí enfrente, lo vi, nos miramos perplejos, con esos ojos, mas o menos redondo y con gran plumaje, así que alcé los brazos y se marchó volando, en la oscuridad, adentrándose en el bosque que había enfrente, no muy lejos.

Drácula y el dentista

Es de noche, un manto en el cielo se yergue con estrellas con estrellas parpadeantes de diferentes tamaños y colores, en medio de todas estaba la luna llena.

Hace  mucho frio, de esos que se te meten por los huesos y recorra tu espalda poniéndote la carne de gallina.

Las calles desiertas, vacías por completo, una niebla recorre las calles, al ras del suelo, es tan espesa que se va acumula en cada esquina y recoveco, un murciélago va revoloteando hasta que se cuela por una ventana de una habitación donde se encuentra una joven muchacha, una vez dentro el murciélago se transforma, terror, es un vampiro tan bien conocido como… Drácula.

La mira fijamente a los ojos, una mirada cautivadora a la vez que inquietante,  la hipnotiza, y cae en sus brazos, en su boca aparecen unos colmillos y justo en el momento que va a hincarlos en su tierno cuello…

¡Joder!-exclama, ¡como duele!- se queja ¡maldita sea! ¡Justo ahora! ¡Que dolor!- Grita una y  otra vez, entonces decide marcharse, se transforma en murciélago y va regreso a su castillo donde tiene su guarida.

Cuando llega se pone unas gafas y enciende el ordenador, pone internet, google, dentistas, haciendo clic en buscar, como resultado un sinfín de nombres que además ninguno le convence, hace una segunda búsqueda, dentista 24 horas.

Esta vez el resultado es de…uno, se acerca a la pantalla y lee atentamente “Dr. Bocas, Odontólogo muy cualificado, muy profesional, serio, trabajo las 24 horas” al lado había un numero para poder llamar, coge el móvil y llama, al cabo de un rato ya tiene cita para esa misma noche, así que se transforma en murciélago y en cinco minutos llega a la dirección donde le dice le había dicho el dentista, en el portal se pone unas gafas de sol para pasar desapercibido, no sea que algún vecino le vea y espante al vecindario.

Una vez dentro sube en el ascensor y llega al piso, la puerta ya está abierta, le recibe el propio dentista, con su bata unas barbas y gafas de sol, le acomoda en la camilla odontológica, -va a ser el primero que pruebe mi medicina, es lo último, una formula innovadora que yo mismo he creado y le será muy útil para solucionar de una vez por todas sus problemas, eso sí, antes le tendré que anestesiar, a lo que el propio Drácula accede de buen gusto.

Tras la anestesia cae profundamente dormido, pasados unos minutos, se despierta, al abrir los ojos ve con pavor que realmente el Dr. No es más que su archí enemigo Van Helsin y en la mano de este sus propios colmillos, está jugueteando con ellos, hace malabares con ellos y los deja en un cuenco, saca una estaca, apunta al corazón, Van Helsin dice ¡ahora muera!- Drácula no puede más que gritar -¡noooo! ¿Será el fin del conde Drácula? …y ahora… ¡cinco minutos de publicidad!