Bombas

Ya están aquí

Suena la alarma

Caen las bombas

Los primeros muertos

Suben las almas

Todo queda destrozado

Incluso las personas

Viendo sus familias fallecidas

Las balas zumban

Se llevan a quien tienes a tu lado

se llevan a quien tiene a su lado

no saben de que lado

es un baile de cadáveres

todo va encadenado

tu mueres

las balas salen disparadas

disparadas por los soldados

los soldados disparan por las órdenes

órdenes de sus jefes obedientes

obedientes a su mandatario

mandatario destructor, sanguíneo

nadie te defiende

de esta barbarie

sólo puedes dispar lágrimas y

lanzar llantos desesperados

no hay barrera alguna

sólo tu cuerpo hace de escudo

queda todo destruido

tu corazón destrozado

por culpa de un desalmado

tu corazón ha parado

la sangre sale por un lado

una bala te ha perforado

tu vida te ha quitado

tu hijo huérfano ha quedado

ahora es un refugiado

ya nada ha quedado

solo muerte ha sembrado

esta guerra cruenta

tu vida ya no cuenta

el número de muertos aumenta

la gente no se alimenta

fluyen dos ríos

el de sangre y

el de lágrimas

al cielo suben las almas

cierro los ojos y

entre llantos rezo

que todo quede en pesadilla y

que esta barbarie

nunca hubiera comenzado

me siento avergonzado

que bajen las armas y

suban las risas

que cambie la suerte

que crezca y sea fuerte

dadle al niño su juguete

no mas muerte.

Los mellizos

Esta historia ocurrió ya hace mucho, mucho tiempo, se trata de una verdadera historia de amor imposible, en un Oviedo en tiempos de una Guerra civil española, dos hermanos mellizos separados al poco de nacer. ¿Se terminarán reencontrando?

Todo empezó con Antonio, vivía en Oviedo, perteneciente a una familia acomodada, pues sus abuelos habían hecho las américas, consiguiendo hacer fortuna mediante un negocio de compraventa de productos comestibles, sobre todo de productos asturianos, ahora Asturias se conocía en gran parte de Latinoamérica, Cuba, Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú entre otras.

No conforme con eso hicieron una fábrica de sombreros y después para rematar y ampliar su fama y dineral, construyeron una tabacalera, muchos años después decidiendo regresar a España, a su tierra natal, e instalar una casa colonial en Salinas para más tarde trasladarse a la capital, Oviedo.

Pues bien, no sólo tenían mucho poder adquisitivo, además tenían varias sirvientas y un ama de llaves, traídas ambas de aquellos países tan lejanos como exóticos, el ama de llaves de Ecuador, y las demás sirvientas entre otras del Perú, entre ellas se encontraba María de las Mercedes, una mujer tan importante como transcendental en la historia del joven Antonio.

Era el veinte cumpleaños del joven Antonio, transcurría pues como todas las fiestas, muchas risas, familia, amigos, un sinfín de comida y otro tanto de bebida, se respiraba júbilo por donde pasaras, esa noche fue más larga de lo habitual, ya muchos de los invitados habían marchado, los padres se habían retirado a dormir dejando al cumpleañero con algunos de los mejores amigos y algunas sirvientas, entre ellas la joven María de las Mercedes, María, la llamaban de un manera más coloquial y cariñosa.

Antonio se sentía atraído por María, pero debido a la posición de su familia, intentaba en lo posible esconder sus sentimientos, aunque era imposible no darse cuenta, pues su mirada lo decía todo, la cuestión era que la joven muchacha tenía también ojitos hacia el señorito, por mucho que lo intentase disimular era evidente su enamoramiento.

Cuando tenían la fortuna de estar a solas aunque fuera unos míseros instantes, para hablar sin censura alguna, apartados de miradas inquisidoras, con frases amables, llenas de amor y ternura, incluyendo halagos varios.

Ese día de su cumpleaños lo prepararon todo para poder estar juntos esa noche y poder amarse lo que no podían hacer en el tiempo que pasaban bajo el mismo techo, pero aunque la familia quería mucho a la joven muchacha, nunca permitirían algo semejante, ella una mera sirvienta sin aspiraciones y estudios, extranjera y extraña a ojos de cualquiera, demás era por así decirlo, morenita, si es cierto que era evidente su hermosura, era cariñosa y muy servicial, además en lo posible la trataban como a una igual, pero siempre sería una empleada más, él era de familia bien, adinerada, blanco y español, no podía permitirse esos caprichos.

Hubo más reuniones secretas a la luz de la luna en los meses siguientes, habiendo consentimiento por ambas partes por igual, tal fue así que la dejó en cinta, lo intentaron ocultar, pero pasaron los meses y era imposible ocultar la realidad, lo evidente y la pareja para no enfurecer a la familia de Antonio echaron la culpa a un fulano inexistente, que actuando de artimañas y crueles tetras, sedujo a la joven María para que hiciera cosas indecorosas y así intentar apaciguar la ira de la familia y que por el contrario se apiadasen de ella.

Pasados los nueve meses, la joven María dio a luz a dos hermanos, un par de mellizos, el primero en salir era del color de la madre, al que pusieron de nombre Antonio, pues era el primogénito, el segundo, blanco como el padre, le pusieron de nombre Alejandro, -Alejandro el magno- bromeó el padre.

Por desgracia en 1936 la joven pareja decidió separarse pues España estallaría en una guerra civil, antes de que Oviedo fuera sitiada y bombardeada, la madre se iría con el pequeño Antonio de regreso a su patria, su amado Perú, por el contrario, el padre se haría cargo del otro bebé, Alejandro.

Varios días antes de la despedida un amigo del señorito, Alfredo, un compañero del trabajo y fiel amigo, les había hecho una foto, una de los cuatro juntos, para luego partir la foto por la mitad, él se quedaría con la  imagen en la que está María y su hijo Antonio y la otra parte sería para la madre, ambos guardarían dichas mitades como oro en paño, con la promesa de reencontrarse.

¿Qué sería ahora de los hermanos?…