Estoy sola en la droguería de mi tía, ahora que tengo dieciséis años aprovecha a ponerme los fines de semana a última hora, cuando menos gente va, así poco a poco voy aprendiendo el oficio, para que luego me ponga trabajar con ella cuando termine los estudios, alguna vez pasa a vigilar, aunque lo que realmente la interesa son las cuentas, los números, es lo que la da vida, se los quitas y la da un patatús, ya la estoy oyendo esto hijita mía es el pan de cada día, nuestro porvenir, contando y recontado que no quede un céntimo, que las perras son muy duras de conseguirlas y muy fácil de perderlas, por eso hay que tener la mente siempre en su sitio, si su sitio, el único sitio que ella tiene es el del bar de Manolo a donde van todas sus amigas a criticar a la gente y luego ponen buena cara, la cara de vergüenza tendría que darlas porque muchas lo que buscan es un buen marido con quien casarnos y nos mantengan a las dos y a vivir del cuento y a seguir empinado el codo, y siempre me tiene que sacar una falta y si hay algún cliente siempre actúa de la misma manera, me dice ve tu anda para que aprendas que falta te hace, y luego enseguida me hace reproches, quejándose y apartándome a empujones, criticándome, terminando de atender a la persona en cuestión, sobre todo para cobrar, el sentir el dinero en sus manos y el sonido de la máquina registradora.
Pufff… que aburrimiento, ni un alma, por lo menos, vino a verme mi amiga, María, nos conocimos al año de mudarme yo a aquí, en Asturias, a este pueblo, Pola de Siero, vine porque fallecieron mis padres en un accidente, y mi tía era la única pariente que se podía hacer cargo de mí, me acuerdo porque yo tenía diez años, hacía mi primera comunión, ella se encontraba con unas monjas, sentada en una esquina en primera fila, al igual que todas ellas estaba rezando, tras la ceremonia, ella se acercó a mi, y charlamos hasta que mi tía nos separó, me contó que no tenía padres, eso la verdad nos unió a las dos, las monjitas se hicieron cargo de ella, de cuidarla y educarla, su apellido, Expósito, se lo pusieron ellas.
María es algo mayor que yo, y hoy vino a contarme que desde hace unos días, la ronda un pensamiento, una idea, quiere cambiarse de apellido y tiene la ilusión de que además quiere averiguar sobre su pasado, quiere saber quienes fueron sus padres, como buena amiga yo me implicaré en lo que pueda, la verdad no se si es por coincidir en cuanto a ser huérfanas o que, pero es como si nos uniera algo, para mi es como una hermana.