Petula Polenta, mujer desgarbada, de unos andares mas bien cortos, pero a buen ritmo, acaba de cumplir los cincuenta, con el moño recogido, vestido casi siempre triste, el físico pues mas bien delgada, ella que nunca se inclinaba a pronunciarse en ese tema al menos, siempre dice que ni un gramo más ni un gramo menos, su justa medida, trabajadora, muy correcta, puro nervio, jamás se metía con nadie, por lo general era muy reservada en cuanto a su vida privada, la única cosa que la ponía de un humor de perros, eran ciertas noticias o personas que consideraba fascistas o fachas y que jamás perdonaría a los que maltrataron a su familia, huérfana de muy joven, se afilió al partido comunista.
Puesto que nació en un pueblo, pero se crió en una ciudad, se compró una casa a las afueras, a escasos minutos del centro, la cara siempre seria y algo gruñona, tenía ojos azul claro, con ligeros surcos en la frente, cerca de la boca, aunque mas disimulados y en el cuello.
Se dedicaba desde que incidían los primeros rayos de sol a su huerto, con lo que ganaba unos dinerillos, por lo demás, era coser, pasear y leer.